Proviene de una visión cultural de la iniciativa, basada en los principios de asociación, cooperación, mutualización, como también de prácticas de asociación, reciprocidad, transversalidad y movilización territorial en los proyectos.
Aunque muy variadas y llevadas a cabo por actores con origen socioprofesional diferentes, las iniciativas en el campo de la economía solidaria presentan rasgos similares:
- Personas que se asocian libremente para llevar a cabo conjuntamente acciones que contribuyan a crear actividades económicas y empleos reforzando al mismo tiempo la cohesión social.
- Las actividades económicas van más allá de la mera creación de empleo, se trata también de una gestión basada en una recomposición entre las esferas económica, social y política.
- La creatividad de sus acciones, implica estructurar actividades en un marco colectivo organizado para garantizar la calidad de las prestaciones y los empleos.
- A nivel político, contribuyen a hacer que la democracia sea más real, a través de la búsqueda de la expresión y la participación de cada uno, sea cuál sea su condición (asalariado, voluntario, usuario, etc), sin que ello se oponga a la ciudadanía de delegación y de representación, sino al contrario reforzándola.
- Constituyen espacios públicos de proximidad, es decir, lugares que permiten a las personas tomar la palabra, debatir, elaborar y llevar a cabo proyectos económicos, que den respuestas a problemas concretos de la sociedad. De modo que se puede hablar de una aportación a los lazos civiles, a la sociabilidad democrática y a la ciudadanía cotidiana.
- La utilidad social y las actividades o los empleos así creados, se valida y se legitima mediante un debate realmente local que asocie el conjunto de actores implicados. Lo que hace que la economía solidaria puede ser uno de los componentes de la economía moderna.